viernes, 23 de julio de 2010
La lluvia
La lluvia, fenómeno natural desagradable para algunos y algo bello y digno de admirar para otros.
La lluvia, son las lágrimas del cielo, producidas por risas o llantos que provocamos nosotros los mortales, el cielo nos observa constantemente y nosotros ajenos a ese acto seguimos entreteniendole la existencia.
La lluvia, es signo de buen augurio.
La lluvia, es diversión, gracias a ella podemos jugar a chapotear en los charcos, empeparnos al completo, bailar bajo ella, cantar con ella, besarnos mientras ella nos rodea, la lluvia es algo mágico, que puede hacernos permanecer en casa por miedo a ella o puede hacernos salir expresamente para compartir el día con ella.
La lluvia, es el bien más preciado en este mundo, gracias a ella personas sobreviven, y consiguen sacar adelante a sus familias, puede que solo llueva una vez cada 5 meses pero esa vez les servirá para mucho, la lluvia riega nuestras plantas, llena nuestras presas, nos limpia y nos purifica el alma.
Aunque algunos dicen que La lluvia, no es nada más que Agua.
Aquí dejo un poema de Lorca titulado: La Lluvia.
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!
Con una frase que una vez oí, me despido:
No es la lluvia, son mis ojos, despojos de mi vida en forma de lagrimas.
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La frase del final es muuuuy...muy cierta...
ResponderEliminarHermoso poema. La lluvia es para mí la tranquila soledad del silencio de la gente que se resguarda en sus casas para dejar que los amantes de la lluvia podamos escuchar el concierto de gotas y deleitar la vista con los colores transformados por el clima.
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